RICARDO Y SU PADRE
Por Blanca Tinoco
Ricardo leía atentamente el periódico mientras sentía el sol en su cara y los ruidos de los animales alrededor suyo. Escuchaba la respiración de su padre al lado. Trataba de ignorarlo para sentirse más tranquilo. Siempre lo hacía así.
- ¿Qué es eso? – preguntó su padre casi a gritos para conseguir una respuesta.
- Un gorrión – respondió Ricardo molesto por la interrupción.
Trató de concentrarse otra vez en su lectura. Más sonidos. “No hay nadie aquí, soy solo yo” se dijo para tranquilizarse.
- ¿Qué es eso? – La misma pregunta.
- Paciencia por favor – pensó Ricardo. – Es un gorrión – dijo a su padre en voz alta.
“Tranquilo Ricardo”- se dijo a sí mismo - “puedes continuar”. “Ya le quedó claro qué es”.
Ahora llegaba la parte interesante… la página más esperada del periódico… su sección favorita, volteaba la hoja y…
- ¿Qué es eso?
- ¡ES UN GORRIÓN! ¿ACASO NO ENTIENDES? ¡UN GORRIÓN! ¡UN MALDITO GORRIÓN!
Genial, el momento más esperado del día había sido arruinado por su padre, por aquel hombre desgastado que ya no poseía fuerzas, por aquel hombre que creía que aún estaba en la flor de su vida, y que por cierto se equivocaba. Y aquel hombre le lanzó una mirada dura, indescifrable, se levantó y entró en la casa.
Paz, por fin podré leer en paz – pensaba Ricardo. – No tendré que escuchar ni el aire que se cuela por esos viejos pulmones.
Se concentraba, saboreaba cada palabra, cuando se sintió observado. Esa extraña sensación, ese sexto sentido. Levantó la vista y ahí estaba otra vez él.
Otra vez aquel hombre que no le permitía pasar un momento tranquilo. Su mirada era penetrante, fuerte; lo observaba con fijeza. Extendió las manos y alargó hacia Ricardo un pequeño libro.
- Léelo. – Su voz sonó tan firme, tan autoritaria.
Ricardo permaneció lelo, contemplando el pequeño libro entre sus manos.
- Léelo en voz alta. – Repitió el anciano.
Lo leo, me deshago de él y todos felices – pensó tranquilamente Ricardo. – Vamos, tú puedes.
Respiró profundamente y empezó:
“Hoy mi hijo Ricardo cumplió 7 años. Salimos al jardín a contemplar las flores y a tomar sol. Yo leía tranquilamente y mi hijo me hizo la misma pregunta 21 veces: ¿Qué es eso? A lo que yo le di la misma respuesta 21 veces: Es un gorrión hijo mío, un gorrión. Y por increíble que parezca, no me inmuté ni un solo segundo, es más, respondí cada vez con un abrazo y una caricia, para demostrarle que lo quiero mucho, y que aunque me repita la misma pregunta varias veces, yo siempre estaré para responderle de la mejor manera… “
Ricardo no pudo continuar, tenía los ojos llenos de lágrimas y sentía como algo nuevo, un nuevo sentimiento; desconocido para él, que había permanecido encerrado mucho tiempo salía a flote; sintió como el orgullo se esfumaba, dejaba caer el pequeño libro, extendía los brazos y se fundía en un gran abrazo con aquel anciano, con aquel hombre que tenía los días contados, con aquel hombre que le había dado la vida, con aquel hombre del cual se enorgullecía, con aquel hombre a quien volvería a llamar papá.
Texto narrativo del video
Por Elvira Gallardo
Era una mañana soleada; en un patio de casa repleto de plantas, un anciano de aproximadamente 80 años estaba sentado en una banca con su hijo ya hecho adulto que estaba leyendo un periódico.
De pronto, el viejo pregunta “¿Qué es eso?”
El hijo mira a lo que su padre se refiere y contesta “Un gorrión”, luego vuelve a mirar el diario.
Nuevamente el viejo pregunta “¿Qué es eso?”, y el hijo responde “Ya te lo acabo de decir, es un gorrión.”
El gorrión voló sobre un árbol y luego aterrizó sobre el suelo.
“¿Qué es eso?” pregunto de nuevo el anciano.
El hijo cierra su periódico con brusquedad y dice amargamente “Un gorrión papá. ¡Un gorrión! ¡UN-GO-RRIÓN!
Su padre se queda observándolo con paciencia, luego mira al piso y pregunta otra vez “¿Qué es eso?”
El hijo encolerizado grita “¿Por qué estas haciendo esto? Ya te lo dije un montón de veces. ¡Es un gorrión!¿No lo puedes entender?”
El viejo se pone de pie. “¿A dónde vas?” pregunta el hijo preocupado; el viejo le indica que se quede ahí y espere.
El anciano entra a su casa, se demora apenas unos segundos y luego regresa y se sienta con un libro en la mano. Abre una de sus páginas, y le entrega a su hijo el libro para que lo lea, “En voz alta” le dice.
El hijo empezó a leer, “Hoy mi hijo, que hace unos días cumplió 3 años estaba conmigo sentado en el parque cuando un gorrión se posó frente nuestro. Mi hijo me preguntó 21 veces que era eso, y yo les respondí las 21 veces que eso era…un gorrión. Lo abracé cada vez que me hizo la misma pregunta. Una y otra vez. Sin enojarme, y sintiendo afecto por mi pequeño hijo inocente”.
Una vez acabado de leer, el hijo cerró el libro.
El viejo sonrió y el hijo empezó a abrazar y besar a su padre como nunca lo había ahecho antes.
FIN
sábado, 20 de marzo de 2010
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LAS FELICITO POR TAN BUEN TRABAJO. AMBAS LECTURAS FIGURARÁN EN EL PLAN LECTOR 2011. MISS KARINA
ResponderEliminarLos textos están muy bonitos y también la forma de la redacción de ambas.
ResponderEliminarQue buen trabajo.